Hola a tod@s,
De nuevo hago un post en el blog, un post que personalmente me parece muy importante, ya que expongo mis sentimientos ante la cardiopatía congénita que sufrió Sofía.
Cuando nació mi hija Sofía sabía que algo no iba bien, debe ser ese instinto innato con el que la vida nos premia a las madres. Antes de salir del hospital nos comunicaron su diagnóstico “Cardiopatía Congénita”. De repente la vida se detiene, te cae encima un dolor insoportable. Yo sólo quería ir a casa con mi familia a disfrutar de mi bebe, esto no estaba en los planes.
No entiendes que ha pasado ni por que. El miedo y la angustia serán tus compañeros inseparables esos días… Empieza el periplo de las visitas a la cardióloga, las pruebas, las noticias sobre la operación. Por suerte, nos sentimos en las mejores manos con Georgia y su equipo, pero eso no mitiga el dolor, el desgarro que provoca la enfermedad de nuestro bebe.
Pero hubo un día en el que a pesar del profundo dolor que sentía, me puse a pensar, a sentir y a soñar que podía hacer algo más por mi hija. Decidí que además de seguir con todo el entramado médico de visitas y pruebas, tenía que creer y confiar en ella, en esa capacidad de recuperación y lucha que tienen los bebes, que tienen nuestros hijos. Decidí que todo nuestro núcleo familiar debía transmitirle esa fuerza, esa confianza y ese valor añadido que es la fe en su recuperación. Así lo hicimos y la verdad es que su pronóstico mejoró muchísimo.
Nosotras las madres no sabemos mucho de las enfermedades a menos que seamos médicos, pero todas conocemos esa fuerza motriz inmensa que nos une a nuestros bebés, a nuestros hijos, una fuerza motriz que en ocasiones hace posible lo imposible, “EL AMOR”. Usémoslo también en la recuperación de nuestros hijos. Quizás no nos quite la angustia ni las noches en vela, pero sí abre la puerta a la esperanza y a los sueños cumplidos. Os deseo lo mejor.
Concha García